Después de recorrer la mayor parte de las Antillas, más conocido como el Caribe, siempre me he preguntado porque la mayor parte de la gente que lo visita, que lo hace buscando sus playas en lugar de por conocer a sus gentes, no decide ir directamente a Menorca, donde las mejores calas de arena blanca no tienen nada que envidiar a aquellas tan lejanas, y donde, además, en las epocas de sol no hay que soportar los tremendos ‘aguaceros caribeños’, como allí se conocen, ni los temporales que muy de cuando en cuando, cada día más, azotan esas islas.

Y te acercas, y te vas
después de besar mi aldea.
Jugando con la marea
te vas, pensando en volver.
Eres como una mujer
perfumadita de brea
que se añora y que se quiere
que se conoce y se teme.
Mediterráneo, Joan Manuel Serrat
Y es que descansar a la orilla de esas aguas mágicas no tiene palabras para ser descrito.
Mirar el mar al atardecer y saber que a un paso se encuentran algunas de las islas más bonitas del Mediterráneo, y que Menorca, con su belleza es la joya de todas ellas, te hará experimentar la sensación de estar en uno de los lugares más bellos del mundo.

Menorca es Reserva de la Biosfera desde 1993 debido a su diversidad ambiental, y por tanto un espacio natural digno de ser recorrido con detenimiento, y donde sus aguas cristalinas convierten a la isla en un destino imprescindible para los amantes del buceo y la fotografía submarina.
No dejes de probar la caldereta de langosta, plato típico que no se puede degustar igual en ninguna parte del mundo, te lo digo por experiencia.
Fotografías: Foto 37